Como dice mi hermano “todo el mundo quiere tener un restaurante”. Es un sueño común y recurrente dentro las ilusiones cotidianas que parecen al alcance de la mano. Uno se imagina un lugar donde pueda ofrecer la comida que uno disfruta a clientes que se sientan satisfechos, que prueban todo y que puedan disfrutar con su familia y amigos. De un sueño como esos nació Freshapp hace poco más de un año, entre dos amigos que compartían un apartamento en La Macarena, un administrador y un matemático chef que se sentaron a soñar juntos en un concepto de restaurante saludable y diferente.
Cumplir ese sueño no ha sido fácil, pero se ha ido convirtiendo en una realidad. Uno de ellos tenía un trabajo estable dónde aplicaba sus conocimientos en administración, el otro era profesor de matemáticas. A los dos les encantaba comer, probar y cocinar de todo. Pero ¿dejar su trabajo y su estabilidad por ir corriendo detrás de un sueño? A primera vista, toda una locura.
Entre cervezas y cafés, papaya al desayuno, jugos de mango con y sin azúcar, se empezaron a meter en el cuento. No querían el típico restaurante, sino algo diferente. Un concepto nuevo de bienestar, a buen precio, en el que los clientes se sintieran saludables y bien atendidos, sin tener que aguantarse por una hora hasta que llegara el domicilio por el tráfico infernal de la ciudad.
Pensaron en los beneficios de las frutas y las verduras para el organismo y empezaron a experimentar recetas. La cocina de su apartamento se convirtió en un laboratorio de sabores. Y con estos experimentos vinieron nuevas recetas:, ensaladas con ingredientes de temporada, orgánicos y naturales, sándwiches con panes artesanales y sopas frescas con tomates recién cosechados.
Así armaron un equipo de gente joven: domiciliarios, cocineros y toderos que se movían con la energía del sueño de Freshapp. Y empezaron a repartir entre sus amigos, entre los más cercanos y conocidos que comenzaron a disfrutar el concepto de Freshapp. Gente que les decía que la ensalada de roast beef tenía la carne más tierna y jugosa que habían probado, y que el jugo Sahara, además de refrescante les estaba ayudando a adelgazar. Amigos que se volvieron clientes fieles y que estaban atentos a cada nuevo producto para incluirlo en su dieta. Clientes que les agradecieron por presentarles una opción rica y saludable que les permitía seguir trabajando sin preocuparse por lo que estaban comiendo.
Y fue a través de la confianza de los clientes y el apoyo de su equipo que estos dos emprendedores vieron su sueño hecho realidad: un sueño de comida saludable, a buen precio, con ingredientes de primera categoría y conscientes de las necesidades de las personas que quieren tener una buena salud disfrutando de sabores increíbles.